La primera mujer corresponsal de guerra. También conocida por sus seudónimos: Colombine, Gabriel Luna, Perico el de los Palotes, Raquel, Honroine y Marianela.
Siendo todavía una niña, y con la oposición de sus padres, decidió casarse con tan sólo 16 años de edad. El matrimonio fue un desastre pero dada la profesión de su marido (propietario de una imprenta), Carmen comenzó a interesarse por el mundo periodístico. Publicó su primer artículo en una revista satírica dirigida por su marido.
En 1895 obtiene la titulación de maeestra de la Enseñanza Elemental Primaria. Tres años más tarde en 1898 consigue la titulación de Enseñanza Superior en Madrid y en 1901 aprueba una oposición consiguiendo plaza en la Escuela normal de Maestras de Guadalajara. Ese mismo año se separaría de su marido, tras la muerte de su hijo de tan sólo 8 años.
Se traslada junto con su hija a Madrid. Allí a partir de 1902 comienza a colaborar con el periódico El Globo donde en su columna analizaba asuntos como el sufragio femenino o el trabajo en las fábricas. En 1903 fué contratada para llevar una columna en el Diario Universal de reciente creación. Escríbia bajo uno de sus seudónimos: «Colombine». Incialmente era una columna para «cosas de mujeres» en la que debía hablar sobre modas y modales. Sin embargo, introdujo ideas a favor de la mujer que se estaban popularizando en otros países.
En 1905 viajó por Francia, Italia y mónaco gracias a una beca del Ministerio de Instrucción Pública para estudiar los sistemas de enseñanza de otros países, volviendo en 1906 donde retomó su labor periodística y docente. Se posicionó más activamente en la modernización de la figura de la mujer y a favor del voto femenino.
En 1907 lográ entrar en la Asociación de la Prensa de Madrid
En 1909 decidió acercarse a las tropas españolas que luchaban en Melilla. Fué entonces cuando asumió el papel de corresponsal de guera para el Heraldo de Málaga. La experiencia la marcó tanto, que a su vuelta publicó un artículo defendiendo la objeción de conciencia.
En 1911 fué nombrada profesora de la Escuela de ARtes y Oficios de Madrid, compaginando el trabajo con dar clases a personas ciegas y sordomudas.
Residió en varios países, pero siempre volvía a Madrid. En Madrid durante su participación en una mesea redonda comenzó a sentirse mal. En su domicilio la atendió su amigo el Doctor Gregorio Marañón, aunque no pudo hacer nada por ella. Falleció en 1932